domingo, 20 de septiembre de 2020

HUYENDO DEL VIRUS

 Siete años más tarde, lo vuelvo a hacer. Cuatro años después de regresar, tengo que volver a salir corriendo de mi país.

Huyendo del virus, pero no del virus del que tanto se habla ahora en España (bueno casi de lo único que se habla). No, no me escapo del coronavirus, del covid 19, no, me escapo de otro tipo de virus, más dañino, a mi parecer, que este.

Me refiero al virus de la incompetencia, de la corrupción, del odio, del hastío. O sea de una de las más duras consecuencias de todos estos juntos: El desempleo. 

Si ya era difícil hace siete años, ya veis que ahora el panorama con esta pandemia que ha sumido aún más a España en una profunda depresión de la que no sé como se saldrá. 

Es muy triste convivir con tanto odio colectivo en este país mio en el que preferimos la derrota colectiva que la lucha hombro con hombro por la victoria ante las dificultades con aquellos que no coinciden con las ideas propias. Se habla mucho de patriotismo, pero en España demostramos no entender para nada lo que esa palabra significa. 

Había regresado del Reino Unido hace cuatro años y con mucho esfuerzo y muchos altibajos iba salvando la situación, pero estos del virus fue la puntilla. Una vez más, cuando estaba ya muy cerca de conseguir mi objetivo de la estabilidad laboral. 

Una vez más lío las maletas y esta vez un poco más cómodo, en mi coche, pongo rumbo a Europa, ahora a la Europa continental, pues parece ser que los "british" no quieren saber más de nosotros y yo no quiero ir a donde no me quieren por lo que esta vez el destino son los Países Bajos, vamos la HOLANDA de toda la vida. 

Carretera de la Francia que crucé de suroeste a nordeste

Eso sí, lo hago con ilusión, por que sin ilusión uno no puede llegar nunca muy lejos y si me doy la paliza de conducir 2.000 kilómetros que sea con el objetivo bien claro de alcanzar la meta que uno se pone al dar la espalda de nuevo a su hogar. 

Hay en este viaje una mezcla de sentimientos.

He de reconocer que la frustración es uno de ellos, pues no deja de ser un fracaso que uno no sea capaz de quedarse en su hogar. ¿no?

Sentimiento de rabia por saber que se ha hecho todo lo que uno tenía en su mano, pero no fue suficiente. Rabia por tocar una y otra vez y otra vez y otra vez y otra vez a puertas que ni siquiera se abren para saber quien llama.

Tristeza por lo que uno deja atrás. Por enfrentar los próximos meses con ausencias tan marcadas en el día a día y que sé por experiencia no serán fáciles de sobrellevar.

Pero por encima de todo está la ilusión, sin ilusión uno no debe cruzar el umbral para salir a la calle. La ausencia de ilusión es el preludio del fracaso, sin duda.

También me siento con fuerza, con fuerza para enfrentar lo que me encuentre. También se que habrá momentos de flaqueza, pero me siento lo suficientemente fuerte para tomar ese riesgo.

Si Dios es conmigo, ¿quien contra mi?

Pois eso, que marcho, que teño que marchar. 

1 comentario:

  1. E dixo Rosalía: "¡Ánimo, compañeiro!
    Toda a terra é dos homes.
    Aquel que non veu nunca máis que a propia,
    a iñorancia o consome.
    ¡Ánimo! ¡A quen se muda Dio-lo axuda!"
    Cos nosos mellores desexos...

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