lunes, 9 de diciembre de 2013

SANGRÍA HUMANA

He tenido que hacer un fugaz viaje a Galicia para resolver (eso espero) un asunto. En menos de dos horas estaba en Santiago y una hora más tarde en casa, aunque solo fuera por un par de días.
Cuando me disponía a tomar el vuelo de vuelta a Inglaterra pasé un par de horas en la nueva terminal del Aeropuerto de Santiago me llamó poderosamente la atención en el momento de embarcar cuanta gente joven compartia vuelo conmigo. Los vuelos de la popular línea aérea irlandesa llevan un media de 160 personas por trayecto, suponiendo que fuera esa la cantidad de pasajeros de ese día podría decir que de esos 160, tranquilamente 130 eran jóvenes de entre 20 y 30 años y de esos 130 seguro que más de 100 no viajaban por razones turísticas sino para buscarse la vida en el Reino Unido, como yo.
Todos los días, a veces varios vuelos al día de todos los aeropuertos de España salen cientos de jóvenes a buscarse la vida fuera de nuestras fronteras. Jóvenes valientes, jóvenes que no se conforman con un subsidio. Jóvenes preparados y menos preparados, pero con ganas demostradas de trabajar, esos que se niegan a ser "ninis". O sea, de lo mejor de la juventud española que se tiene que ir porque en su país se les niega el pan y la sal.
Vuelo Santiago-Londres

Todos esos jóvenes, además, dejan de ser  un problema para los inmorales que gobiernan España, ya no están en la cola del paro, ya no cobran subsidios, ya no salen en las estadísticas malas, ya no salen a manifestarse a las calles. La emigración es uno de los puntales que ayudan a mejorar los números del gobierno incompetente de nuestro país.
Durante el vuelo viajé al lado de un muchacho de Ferrol, licenciado en empresariales. Lleva un año y pico en Londres, a donde llegó tras una búsqueda infrutuosa de trabajo en su tierra, donde solo le ofrecían contratos basura, a media jornada de contrato, con doble jornada de horario por sueldo mísero. Me contó su historia en Inglaterra, donde empezó trabajando en manos de una agencia que lo llevaba de una punta a otra de la capital londinense haciendo habitaciones en distintos hoteles, a distintas horas por una miseria que apenas le permitía pagar su habitación de alquiler. Después estuvo explotado, literalmente explotado, limpiando platos en un pub en el que le prohibían cambiar el agua del fregadero para ahorrar y donde el mismo tuvo que comprarse unos guantes que el propietario le negó. Me contaba como se le quedó grabado en su memoria los trozos de bacon pegados a sus brazos y el olor que le costaba sacar aún después de una ducha tras una jornada interminable. Tras meses de sacrificio consiguió, cuando su inglés era mucho mejor, entrar a trabajar en un lujoso establecimiento y ahí empezó ya una vida más normal. Le han promocionado, está estudiando y haciendo prácticas en una escuela, juega al fútbol en la liga local londinense y tiene muy claro que no va a volver a España, no al menos en mucho tiempo. Me impresionó con qué firmeza aseguraba que no tenía intención de volver a su Ferrol natal en su vida, no siendo de vacaciones. No puedo olvidar la convicción de sus palabras al pensar en un futuro en su país.
En el asiento de delante viajaba una joven que solo tenía billete de ida (como muchos en ese viaje, como yo hace un par de meses), reconocía temor por lo que se encontraría y tanto el muchacho de Ferrol, como yo, como otro joven a su lado que trabajaba en una fábrica en Oxford la animaban y le daban consejos de como buscar por aquí, o por allá o como encontrar alojamiento barato. Saldrás adelante, le decían, no será fácil al principio, pero saldrás adelante, hay muchas oportunidades, le aseguraban.
Las dos horas de viaje se hicieron como dos minutos con tanta conversación a mi alrededor con esos tres jóvenes que viajaban sin billete de regreso, como yo.
Los tres coincidían que no podían ver el telediario, que les daba asco oir a los políticos hablando de futuro, de recuperación, de brotes verdes... de ver tanta corrupción impune, de ver que nada cambia realmente en España, que todo sigue igual de mal y que cada vez España se está convirtiendo en un país para millonarios y ladrones y también para muchos millonarios ladrones, que los demás estamos de sobra, o somos el bulto necesario para que estos sinvergüenzas apoyen sus piernas para no manchar las suelas de sus zapatos tocando el frío y sucio suelo.

Cuando llegué a la empresa en la que trabajo era el único español, ya han entrado tres más. Ayer, en Cambridge me encontré con una joven ilicitana que llevaba en Inglaterra un mes, con su novio y que están sufriendo lo suyo. Ella estudió fotografía y su novio es cocinero. Ella barre en un Mcdonald's y su novio aún busca trabajo, pero su desconocimiento del idioma le mantiene aún en blanco. También piensan que, a pesar de lo mal que lo están pasando,  no volverán nunca a España porque no ven futuro.
Hace poco nos dimos un paseo por Londres en uno de mis días libres y pudimos comprobar la cantidad de españoles que hay allí, parece que tantos como ingleses. También muchos portugueses. Carlos, un asturiano que trabaja en otro burguer timbién tiene claro que de volver, nada de nada. Me dicen que son tantos los españoles en Londres que los empresarios ya los tienen como emigrantes de segunda, que están dispuestos a lo que sea, por lo que sea, porque saben que en su país no tendrán ni eso. Esa afirmación me dejó helado.
Están dejando el país como un solar, un solar sucio,  donde mandan las ratas, las ratas de la banca, las ratas de la política, las ratas de la monarquía, las ratas de los juzgados corruptos y mientras sigue la sangría humana en nuestros aeropuertos huyendo del hedor insoportable del paro y la falta de esperanza.
No me gusta tener que ser tan negativo, pero lo tengo que ser hoy por la indignación y tristeza que me han producido los sentimientos de jóvenes valientes que han tenido que venir a pasar frío a Inglaterra y por los que siento un profundo respeto y admiración. Una auténtica sangría humana y de talentos despreciados. Por María, por Hector, por Gaby, por Carlos, por Andrés, por José Luís, por Nini, por Juanlu, por Chelo, por Eva, por Luna, por César, por Omar, por tantos otros miles (quizás cientos de miles ya) que no conozco pero que son  lo mejor de nuestra juventud  y  que con mayoer o menor preparación,  pero con el coraje suficiente para salir de su casa y luchar por lo que les corresponde en justicia y que unos pocos inmorales a quienes pagamos con nuestros impuestos no nos dan, nos lo quitan para poder mantener sus mansiones, coches de lujo, aeropuertos, periodistas vendidos, equipos de formula uno, diputaciones, futbolistas millonarios y parlamentos llenos de vagos que apoyados en la mayoría borreguil de este país nuestro nos llevan a la más absoluta de las ruinas haciendo añicos los sueños hechos realidad por nuestros padres que lucharon y consiguieron con sangre, sudor, lágrimas y carcel una sociedad del bienestar que hoy se desmorona y que nos quitan de nuestras manos con la más indignante impunidad.
Por todos vosotros mis ejemplares amigos. Fuerza y éxito !!!!!!

2 comentarios:

  1. Sigue siendo un placer leerte aunque la lectura sea triste.
    Ánimos a todos, especialmente a ti!
    Te encargarás de repartir "bicos e apertas" a discreción?
    Pues eso, hasta aqui lo que merece la pena.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Completamente de acuerdo con lo que dice Óscar...
    ¡Forza, compañeiro!... e bicos...

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