domingo, 17 de abril de 2022

UNA PRIMAVERA MÁS Y AHÍ ESTÁ ÉL.

 

Hoy, sin apenas habérmelo propuesto, he visto a un viejo amigo. Una de esos encuentros inesperados que, quizás, por no buscados, nos saben mejor. La sorpresa es un ingrediente que casi siempre endulza aun más los regalos que recibimos. O eso me parece a mi. 

Estas fotos las tomé hoy mismo en mi "casa" sin techo. 

Se trata de un viejísimo peral (me encantaría saber su edad, pero coqueto, él, o ella, no me la  acaba de confesar). Está en mi "casa" desde bastante antes de que yo llegara, en la puerta me recibe siempre con su porte elegante aunque a veces me parece triste. 

He de confesar que en más de una ocasión he pensado en eutanasiarlo, pero siempre ha habido algo dentro de mi que me lo ha impedido, que me decía que no. Temía que me cayera encima en el momento menos esperado. Pero lo respeté. 

Tiene un montón de heridas en su piel, muy profundas, que permiten ver sus entrañas ya ciertamente resecas que me hacían creer que su ciclo vital estaba ya finalizado. Su porte no es muy impresionante, sin duda, le cuesta mucho hacer crecer sus ramas. Pero ahí sigue, en pie. 

Descubrí con el tiempo que  esas grietas profundas de su tronco se habían convertido en el hogar de otras criaturas como este lagarto azul, algunos ratoncillos, arañas y ve tu a saber quien más.  

No podía dejar sin hogar a estas criaturas. No podía expulsar  de mi hogar al fiel guardian que me recibe resquebrajado pero regio a la entrada de mi hogar, ese cuyo techo se repinta nuevo cada día. 

¿No soy acaso, en muchos sentidos,  como este anciano peral? Me caigo,  me levanto. Me hieren, me curo. Y si hago mi parte la vida me da una oportunidad más, aun maltrecho, de seguir adelante, de una floración más para el disfrute del que quiera formar parte de mi historia. Logro en alguna manera seguir  albergando vida, alimentando los néctares de colmenas que ni conozco. En la flor de mi vida, al fin y al cabo, yo también he sido quien de dar buenos frutos. 

Felizmente no me han talado, todavía. 

A pesar de mi ignorancia, se me regala, como cada primavera, este regalo para mis ojos, para todos mis sentidos en verdad, haciéndome sentir un tanto miserable por haber considerado alguna vez su sentencia de muerte. 

De manos ajadas por el tiempo han nacido sinfonías, novelas, acuarelas, poemas, esculturas y otras obras eternas que han llenado de color y sentido la historia de la humanidad y hacen que cada día tengamos la fuerza de navegar las aguas de nuestras vidas en este mundo a pesar de tener que esquivar océanos gravemente contaminados por la necedad y la ambición desmedidas. 

Pero hoy mi viejo amigo, el peral, me ha dado otra lección de vida. Me ha regalado, a pesar de mi insignificancia,  con el brote de sus flores, una primavera más, la esperanza de que lo mejor está por llegar. 





2 comentarios:

  1. Hermoso! Mira que Machado y tú son mis favoritos

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  2. en eso coincidimos para mi sois más favoritos que Machado, Lorca o Cervantes. Abrazos

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