Esta pasada semana cumplí mi primer aniversario de mi nueva vida en esta parte del mundo. Como es de suponer, pensé mucho en todo lo vivido aquí durante este tiempo. Intentaré resumirlo con brevedad y concisión.
Pues sí, ya pasó un año, llegó septiembre y viene a mi mente mi salida de A Coruña en mi motocicleta recorriendo la costa cantábrica hasta Santander, en donde me embarqué, nunca mejor dicho, rumbo a esta isla que me ha ofrecido una oportunidad de seguir viviendo por mi mismo, lo que en mi país ahora me es negado gracias a la avaricia, incompetencia e indecencia de quienes gobiernan ese país al que llaman España.
Un año lleno de experiencias de todo tipo. Me atrevo a decir que un buen año, pero sin temor a equivocarme, unos durísimos y difíciles docena de meses.
Voy a empezar por LO PEOR:
El salto al vacío. Un cambio de este tipo, cuando uno ya no es un jovenzuelo conlleva un esfuerzo considerable. Tratas de saltar el río, pero sabes que te vas a mojar, es demasiado ancho... y me mojé vaya si me mojé. Y menos mal que el río se estrechó gracias a la generosidad de mis amigos, los Pan, que me permitieron no ahogarme en los primeros momentos de esta nueva etapa. Me permitieron ahorrarme el empezar del cero absoluto, como otro muchos miles han tenido que sufrir. Uno nunca puede ni sabe expresar lo suficiente el agradecimiento. Pero aquí queda desde lo más profundo de mi corazón. Gracias por esa toalla limpia, seca y cálida que me permitió sacudir el frío que se siente al dejar uno su casa. Gracias.
La soledad. Una buena parte de estos 365 días la pasé viviendo solo, no físicamente solo ya que siempre tuve gente cerca pero sí alejado de quien uno nunca se debe alejar. La fría soledad a la que me vi abocado por las circunstancias. También la añoranza de los buenos amigos a veces se hace muy dura de soportar.
La precariedad laboral. Me he encontrado con un mercado laboral muy desregularizado, al menos en el nivel en el que me estoy moviendo hasta ahora. He sentido y siento una profunda decepción y tristeza por la indefensión ante la que me encuentro como trabajador en este país. Casi sin derechos, casi sin protección. Un verdadero chasco el que me he llevado en este sentido. Aquí hay mucho trabajo, pero también hay mucho abuso de los patrones sin escrúpulos que no dudan en sacar brillo a sus diamantes, sus coches de lujo, sus mansiones a costa del sudor del que viene a buscar un simple sustento. Y los que lo pueden y deber remediarlo mirando a otro lado. ¿de que me suena esto?
La vivienda: un atraco. Esto es lo que más me hace cuestionar mi futuro aquí. El trabajo no falta y si ahora no es muy bueno, tendré oportunidades de encontrar algo mejor, no cabe duda, pero coste de la vivienda es indecente, inaceptable... pero lo tienes que aceptar o hacer las maletas. Que un trabajador tenga que aportar el 75% de sus ingresos (o más) para tener acceso a una vivienda con sus gastos (incluidos impuestos elevadísimos) es una indecencia impropia de un país democrático en el que se supone de defienden los derechos básicos de los ciudadanos.
El inglés. ¡qué dolor de cabeza! Al idioma me refiero, claro. Nunca pensé que me costara tanto. Mi experiencia en los Estados Unidos me hizo tener unas expectativas lingüisticas demasiado optimistas. Tras un año puedo decir que me comunico bien, pero me sigue costando mucho entender. Tienen acentos muy cerrados se comen muchísimas letras y los dejes son ininteligibles para un extranjero recién llegado como yo. Es precisamente esta la mayor barrera a la hora de afrontar una mejora en el aspecto profesional. Pero no me rindo, poco a poco voy mejorando.
Pero no todo es negativo, ni mucho menos. LO QUE ME GUSTA:
Aquí sí hay trabajo. Sin duda alguna, quien quiere trabajar. Otra historia son las condiciones. Nada fácil, muy duro y agotador muchas veces. Pero eso también depende de tu preparación, de tu cualificación, tus ganas de buscar y también, mucho, que tengas un buen dominio del idioma, lo cual me parece lógico. Si quieres trabajar sin duda aquí lo puedes hacer.
Los nuevos amigos. Viajar es conocer. Conocer nuevos lugares, nuevas costumbres, nueva gente. Yo lo estoy haciendo todo esto, una experiencia magnífica, rejuvenecedora. Algunos de esos amigos me ayudaron a pasar mejor los peores momentos. Pero todos ellos hacen de este año un tiempo que por duro que esté resultando valga la pena vivirlo.
Hay esperanza en el futuro. Las oportunidades que este país brinda le hace mantener a uno esperanza en un futuro inmediato mejor. Nadie te regala nada, pero si se ve con claridad que tienes la oportunidad de salir adelante si te lo propones de verdad y estás dispuesto a esforzarte por alcanzar tus metas.
Una sociedad comedida. Me explico. Viniendo de España uno se sorprende en las primeras impresiones de cierta precariedad en la obra publica, en determinados servicios. No hay autopistas vacías. No hay aeropuertos sin aviones. No hay megaconstrucciones sin uso. Se ve que hay un sentido de lo público mucho más responsable que en España, en donde se vive como nuevos ricos. Donde el despilfarro y el hurto son la seña de identidad de la clase política. No es, ni mucho menos, la perfección, pero hay una gran diferencia que se percibe en la calle. No todo aquí es mejor, pero si que se nota que el dinero público se usa con más responsabilidad.
Debo reconocer que muchas veces, demasiadas quizás, pienso en regresar, pero creo que no debo rendirme ahora, sino tanto sacrificio no habría servido de nada. No es fácil. Dicen que dos de cada tres españoles que vienen aquí acaban regresando el primer año. Yo ya superé, creo, lo peor.
En definitiva es un tiempo muy duro, durísimo, muy complicado y doloroso en muchas ocasiones pero también tiene recompensas de saber que uno no deja de crecer mientras va superando obstáculos.
Gracias quiero dar hoy a esos amigos que desde la distancia nos mandan su cariño y aliento que tanto nos reconforta. Un abrazo a cada uno de vosotros.
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